El gran desconocido del Cerro de Santa Catalina
El Castillo de Santa Catalina es el emblema más visible de Jaén, símbolo en piedra que corona la ciudad desde las alturas del cerro. Pero lo que pocos jiennenses saben es que no siempre estuvo solo. Formaba parte de un sistema defensivo más complejo y extenso, compuesto por tres fortificaciones. Una de ellas, el Abrehuí, permanecía olvidada entre los pliegues del tiempo… hasta ahora.
Gracias a una inversión de casi un millón de euros procedente de Turespaña y los fondos europeos Next Generation, el Abrehuí está siendo recuperado para el disfrute del público. Los trabajos, iniciados en los primeros meses de 2025, están dirigidos por el arqueólogo jiennense Juan Carlos Castillo, Catedrático de Patrimonio Histórico en la Universidad de Jaén. El plazo de ejecución es de nueve meses, lo que hace prever que, antes de que termine el año, Jaén podría contar con un nuevo espacio patrimonial plenamente visitable.
Este recinto, considerado históricamente el tercer espacio del sistema de los antiguos Reales Alcázares de Jaén, se extiende desde el Alcázar Viejo hasta el Portichuelo. Fue reforzado en su momento con cinco torreones, un bastión en su zona oeste y un antemuro que se levantó posteriormente. Su posición y configuración lo convertían en una estructura clave en la defensa sur de la ciudad.
Hoy, siglos después de su abandono, el Abrehuí está llamado a ser redescubierto por los propios jiennenses. ¿Qué secretos arquitectónicos esconde esta fortaleza? ¿Cómo cambiará la imagen de la ciudad una vez se integre este nuevo espacio en su oferta patrimonial?

Arqueología que confirma las viejas hipótesis
El proyecto de recuperación no solo se limita a la restauración arquitectónica. También está aportando valiosa información histórica que comienza a dar respuesta a preguntas largamente planteadas por los especialistas. Los primeros indicios sitúan la construcción original del Abrehuí en el siglo XI, como respuesta a la amenaza almohade.
Fueron ibn Hamusk e ibn Mardanis, suegro y yerno respectivamente, quienes levantaron esta defensa. Sin embargo, sus caminos se separaron cuando ibn Hamusk se alineó con la ortodoxia almohade, lo que acabó derivando en conflictos y, según los arqueólogos, podría haber influido incluso en la evolución de la fortaleza. Estas eran hipótesis sostenidas por el equipo investigador en anteriores excavaciones, pero ahora están siendo confirmadas con evidencias tangibles.
Una de las partes más singulares del Abrehuí es su finalización en una torre pentagonal con forma de proa de barco. Sobre esta base, en época almohade se levantó una torre rectangular, una reforma que fue seguida por otra en 1246, tras la reconquista cristiana de Jaén. En ese momento, y ante la aparición de armas de asalto, se reforzaron las torres con mampostería.
Pero con el paso de los años, y especialmente a partir del siglo XIV, los recursos eran escasos. En lugar de reforzar los muros, se redujo su anchura y se emplearon técnicas constructivas muy pobres, con cimentación de tierra y muros de apenas un metro. Esta mala calidad constructiva ha sido la principal causa del deterioro del Abrehuí, que terminó por colapsar en muchas de sus partes.
Hoy, la intervención arqueológica permite reconstruir ese proceso y devolver a la luz un capítulo esencial en la historia de Jaén. ¿Podrían aparecer más restos que reescriban lo que sabemos de la ciudad? ¿Qué nos dice esta fortaleza de la compleja red política y militar que existía en la Jaén medieval?
Jaén, más cerca de sus Reales Alcázares
Más allá del valor histórico, el Abrehuí tiene un enorme potencial como espacio turístico y cultural. La Universidad de Jaén, desde su Área de Historia Medieval, lleva años reclamando la puesta en valor de esta estructura. Para Juan Carlos Castillo, recuperar el Abrehuí significa cerrar el círculo de los Reales Alcázares de Jaén, y devolverle a la ciudad una parte olvidada de sí misma.
Pero este proyecto es solo el principio. Castillo y su equipo –formado por los arqueólogos María Victoria Gutiérrez y Jaime Cano, y las arquitectas Isabel Bestué, Carmen Cañones y Rosario Carmona– aspiran a que se recupere también el antiguo camino de acceso al cerro y las defensas napoleónicas que se sitúan en sus faldas. En estos mismos espacios, durante la Guerra de la Independencia, se realizaron obras para convertir la fortaleza en punto defensivo. Se rellenaron rozas, se construyó una gran plataforma de piedra para instalar artillería… aunque finalmente, las tropas de Napoleón tomaron Jaén sin necesidad de disparar una sola bala.
Hoy, más de dos siglos después, el Abrehuí vuelve a la vida. Iluminación monumental, senderos habilitados y estructuras restauradas harán de este lugar un punto de referencia tanto para visitantes como para los propios jiennenses. La recuperación de los Reales Alcázares podría suponer un impulso definitivo a la imagen patrimonial de Jaén. Pero, ¿estará la ciudad preparada para integrar plenamente este legado? ¿Se convertirá el Abrehuí en un nuevo símbolo local?
Lo que está claro es que la historia no siempre está enterrada para siempre. A veces, solo espera el momento de ser contada de nuevo.
